20 de octubre de 2019

Armenia en bicicleta



En el mismo día que recomencé mí viaje (3-Mayo-2019) desde Tbilisi, Georgia, crucé la frontera hacia Armenia. Un país que sería duro para pedalear, ya que es pura montaña, pero a la vez con buena gente, muy lindos paisajes y mucha naturaleza alrededor.
Llegado a la frontera de Armenia
Como entré al país pasado el mediodía, a los pocos km de la frontera busqué un lugar a cubierto donde acampar, y encontré un edificio junto a la ruta que fue excelente refugio ya que esa noche comenzó a llover bastante, pero yo ya estaba bajo techo. Y siguió lloviendo al día siguiente, y como yo no tenía apuro, me quedé en ese edificio por un día más. Y fue una sensación extraña, ya que después de varios meses viajando y en el hostel, pasé un día completo sin ver ni hablar con nadie.

Primeras dos noches de acampe acá dentro, junto a la ruta.
Pero al siguiente día, finalmente volví a la ruta, con un cielo despejado. Ya entre las primeras montañas del país, el paisaje muy verde y varios pueblos pequeños que fui cruzando, hacían que las subidas no fueran tan agresivas. También comencé a ver junto a la ruta los primeros Monasterios e Iglesias que abundan por toda Armenia, de una arquitectura única y muy llamativa. Es que la religión del país es el Cristianismo Ortodoxo, con la particularidad que el Reino de Armenia fue el primero en la historia en adoptar el Cristianismo como religión oficial, allá por el Siglo III.







Pasando por las ciudades de Ijevan y Dilijan, mi ruta me llevaba hacia el sur, al Lago Sevan, uno de los lagos de alta montaña más grandes del mundo, ubicado a 1930 msnm. El hecho de que Armenia no tenga salida al mar, hace que este lago sea muy especial para los armenios, y se encuentra protegido dentro de un gran Parque Nacional, además de su destino veraniego favorito.

Llegando al Lago Sevan.

Poblados muy humildes en el interior del pais.


Mi alegría ese día era muy grande, había alcanzado el lago después de muchas subidas, nunca había estado tan alto hasta ese momento en todo mi viaje. Y quería encontrar para esa noche un lindo lugar de acampe de frente al lago, y conseguí un sitio inmejorable. Fue frente a un gran complejo hotelero totalmente abandonado, que en su tiempo imagino habrá sido muy popular y lujoso, donde pude acampar tranquilamente, con todo el lago de frente y rodeado de montañas, lejos de la ruta, en mucha calma. Armenia ya me estaba gustando mucho.



El día siguiente seguí pedaleando con rumbo sur, por una ruta más plana, pero con bastante más tráfico, por lo que tomé un atajo, por rutas menos transitadas pero en peor estado y sin tener muy claro por donde estaba yendo. 

En un momento me perdí, y terminé pedaleando junto a un pequeño cementerio, donde dos hombres estaban cavando una fosa, para algún familiar, supuse. Me invitaron a comer con ellos, me convidaron unos vasos de vodka y además al irme, llenaron mi alforja con lavash (pan armenio), caramelos, y hasta una botella entera de vodka. Muy agradecido por todo por su ayuda, me despedí y seguí camino.

Unos km más adelante otro hombre que vendía pescados junto a la ruta también me invitó a su casa a comer algo, pero sobre todo a tomar vodka. Acepté un shot, pero rechacé los demás, ya estaba sintiendo el efecto y aunque ayudaba a sacarme el frio, lo mejor era agradecer y marcharme rápido de ahí. Luego fui reconociendo que el alcohol es un hábito muy adherido en la cultura de estos países, ex soviéticos sobre todo, y debería tener cuidado con tantas invitaciones que podría terminar mal.

Para seguir hacia el Sur, tenía que continuar subiendo hasta los 2400 msnm., y otra vez superar la marca del punto más alto del viaje. No fue tan duro como pensaba, y por fortuna tenía el cielo despejado otra vez. Llegar arriba ya bastante cansado fue muy gratificante, especialmente por las vistas que tenía, con mucha nieve todo alrededor y un poco de frio también, pero muy contento y satisfecho.
Paso Selim



Justo después de la cima, visité el Caravasar de Orbelian, del año 1.332, sorprendentemente muy bien conservado, que servía en su tiempo de asilo a los comerciantes que recorrían la famosa ruta de la seda en la Edad Media. Luego bajar el puerto fue la mejor parte, más de 30km de pura bajada hasta los 1100 msnm, ya no hacía nada de frio. Ya abajo, me alojé en el Crossway Camping, cercano a Yeghegnadzor.

Ya que Armenia está llena de Monasterios por visitar, pues entonces visité algunos de los más reconocidos. A unos 20 km del camping estaba Noravank, considerado uno de los Monasterios más lindos del país (aunque no el más grande, ni más famoso). Su arquitectura impresiona, el detalle en las piedras de las figuras talladas a mano, y lo bien conservados que se encuentras es motivo de sorpresa.

Caravasar de Orbeliam en el Paso Selim

Monasterio de Noravank
El siguiente Monasterio a visitar sería Tatev, éste si uno de los más grandes, reconocido y apuntado por todos los que visitan Armenia. La subida hasta allí fue también muy dura, unos últimos 5km de puro zig-zag que me llevó una hora hacer, pero que valió mucho la pena. Las vistas del Monasterio fueron alucinantes, además que no habían muchos turistas y buen clima, por lo tanto lo disfruté más aún. Y ese día acampé detrás de un restaurante cercano al Monasterio, donde me recibió Gago, su dueño, y que la mañana siguiente me invitó a desayunar con él. Un grande, como toda la gente que me fui cruzando en el camino.

Camino a Tatev






Monasterio de Tatev


Siempre me sentí muy a gusto, los armenios me parecieron gente muy amable, servicial y alegre, a pesar de ser un pueblo muy pobre y golpeado por el ex régimen soviético, y antes por un gran genocidio por parte de sus vecinos, los turcos (entre 1915 y 1923, el segundo genocidio más estudiado en la historia, después del Holocausto). De hecho, pude saber que la armenia, es una de las diásporas más grandes del mundo. De un total de 12 millones de armenios, sólo 3 millones viven en su país. Los demás habitan en Rusia, EEUU, e incluso Argentina, entre otros.
Monasterio de Tatev

Junto a Gago y su esposa

Las vistas desde el restaurante de Gago, en Tatev
Ya pasado Tatev, quedaba poco por recorrer antes de llegar al extremo sur del país y cruzar a Iran. Pero antes había otro puerto de montaña por cruzar, el Meghri, un paso de 2535 msnm, y otra vez volvía a superar la marca de altitud en el viaje. Fue igual de duro como satisfactorio, comenzar con calor, y poco a poco a medida que avanzaba, ir viendo como las montañas cubiertas de nieve estaban cada vez más cerca era motivación suficiente.

Arriba, unos minutos para disfrutar de las vistas, tomar unas fotos en el cartel del Puerto, y a bajar rápidamente, cubrir los últimos 50 km que me separaban de la frontera con Irán, con mucha ansiedad por descubrir ese nuevo y desconocido país para mí, y feliz de haber atravesado Armenia, donde en 12 días, me pasé subiendo y bajando en la montaña, entre paisajes y gente maravillosas.


Paso Meghri

A pocos km de cruzar a Iran
Definitivamente el Cáucaso (tanto Armenia como Georgia) fueron destinos donde nunca hubiera pensado ir, qe no tenía idea de qué podría haber allí, pero que tienen muchísimo para descubrir y explorar. Deseo volver algún día.


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