Justo como lo anunciaba mi boleto
de viaje, el 16 de Agosto, a las 7:00 am estaba llegando el barco al puerto de
Split. Minutos después ya pude bajar con mi bicicleta, y estar rápidamente
pedaleando por las calles de la ciudad. No se me olvidará más la sensación de
preguntarme durante un buen rato: ¿¿Qué hago acá??
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Primeros metros, en el puerto de Split |
Lo primero fue comprarme un mapa
de la región por donde pensaba pedalear las próximas semanas, cambiar algo de
dinero por Kunas croatas, y desayunar. Lo segundo, recorrer un poco las calles
de Split, que ya a media mañana estaban llenas de turistas. Pero igualmente
pude apreciar las buenas vistas de la ciudad, un poco de la parte antigua, y la
zona del puerto que es muy bonita para recorrerla, ya sea caminando o en
bicicleta.
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Split, Croacia |
Poco después, tomar la ruta
dirección norte, por la costa. Hasta llegar a Trogir, y cruzar a la isla que
está enfrente. Una isla grande, con mucho movimiento, y el paisaje clásico de
la costa Croata (mar cristalino, barcos, construcciones con techo de tejas,
turistas). Por ese dia sería suficiente, asique encontré un lugar tranquilo en
la isla donde acampar y descansar.
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En Trogir |
Al día siguiente seguí la ruta
por la costa, y luego de pasar por un pueblo llamado Primosten, encontré un
camping a un precio accesible, y aunque eran solo las 4 de la tarde, allí me paré, ya
que pude acampar de frente al mar, y ver el atardecer tranquilamente desde el
campamento.
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Atardecer en Primosten |
También en el camping conocí a la
familia Gosetti, oriundos de Brescia (Italia), que pasaban sus vacaciones en
Croacia. Compartimos unos cafés, buenas charlas, y por la noche, antes de cenar
me acercaron algo de pollo asado, para que se lo agregara a la pasta que estaba
cocinando. Poco a poco me empieza a gustar más Croacia.
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Junto a amigos italianos |
Los siguientes días comencé a
pedalear hacia el interior del país, por entre pequeñas poblaciones, y también por
rutas menos transitadas que en la costa. Por la tarde, con una tormenta en
frente, decido buscar un lugar donde refugiarme del agua, y en el siguiente
pueblo, Cista Mala, en la primera casa que vi, me estacioné en el patio, ya
bajo techo.
Poco después llegan los dueños de casa, y mientras intentaba
explicarles qué estaba haciendo ahí, me invitaron a tomar un café y merendar
con ellos. No podía estar mejor. Una hora después la lluvia había parado, y yo
podía seguir la ruta con la panza llena y sin lluvia.
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En Cista Mala, por retomar la ruta |
Lo siguiente fue pasar por el
Parque Nacional Krka, famoso por sus cataratas de agua cristalina. Pero la
entrada costaba 200 Kunas, casi 30 Euros, asique seguí camino nomás. No sin
antes bañarme en una parte tranquila del parque a la que se accedía fácilmente,
y que era de uso de los locales.
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Parque Nacional Krka |
Esa misma tarde, otra vez la
lluvia presente. Por lo que al pasar por el pueblo de Kljake, decido poner la
carpa en el patio de una granja donde en ese momento no había nadie. Justo a
tiempo pude montar el campamento, poner todo dentro de la carpa, antes de que
comenzara a llover. Una vez que paró, el dueño de la granja se acercó a la
carpa. Zerjko no sabía hablar inglés, ni yo croata, pero nos entendimos bien, y
me dejó quedarme allí.
La mañana siguiente, a las 6:30 cuando ya estaba levantándome, aparece Zerjko con un café y masitas, para mi desayuno. Qué gran gesto de su parte, y qué bueno estaba ese café tan temprano.
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Acampada en Kljake |
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Junto a Zerjko |
Desde Kljake, hacia la frontera
con Bosnia, me restaban unos 55 Km, pasando por la ciudad de Sinj, y comenzando
luego a subir el Puerto del Vaganj, con unas vistas increíbles cada vez que
paraba y me daba la vuelta. Por la tarde alcancé finalmente la oficina de
migraciones, luego de unas subidas que parecían interminables. Sellaron mi pasaporte, y ya me encontraba en Bosnia-Herzegovina.
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Ultimos Km en Croacia |
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