17 de diciembre de 2018

Turquia I



El mediodía del 24 de Septiembre crucé la frontera hacia Turquia, con un dia soleado, sin viento, y un sentimiento de euforia y alegría por estar en un nuevo país, y cada vez más cerca de mi primer gran destino en el viaje, Estambul.


Entrada a Turquia

Bienvenido a Turquia
La ruta cambia automáticamente, y puedo pedalear sin problemas por una generosa banquina, lo que me ayuda a avanzar más tranquilamente. Los días siguientes me tocó mucho viento y frio, y francamente ya no veía la hora de llegar a Estambul. Por lo que decidí que al llegar a la siguiente ciudad, Corlu, tomaría un tren directamente a Estambul, unos 100 Km de distancia. Además evitaba así buena parte del caos de ingresar a la ciudad pedaleando.

Estacion de trenes en Corlu
En Corlu fui muy bien recibido por Serafettin y su familia. Era la primera familia Turca con quienes compartía, y ya comenzaba a entender algunas de sus costumbres y hábitos. Serafettin es un conocido geólogo de la ciudad, y había sido invitado a una escuela a compartir sus saberes con los alumnos. Él me invitó a acompañarlo y poder hablar un poco con los alumnos y profesores sobre mí y mi viaje, por supuesto que accedí y fue muy lindo compartir con ellos mientras aprendían y se sorprendían tanto como yo, al ver los metales que Serafettin había llevado.

Alumnos ansiosos por escuchar a Serafettin

Serafettin y sus metales preciosos


Tambien en Corlu tuve oportunidad de conocer a varios amigos de Serafettin, y cada uno de ellos me trató como un rey, sin dudas empiezo a notar que los turcos son buenos anfitriones. Invitaciones a almorzar, a tomar el infaltable cay -o té turco-, mientras compartimos buenas charlas. Comienzo también a notar como la religión está presente en su vida diaria, un día viernes acompañe a Serafettin y un amigo a la oración en una mezquita, aunque yo los esperé afuera. El viernes es un día especial para los musulmanes, ya que el Corán les exhorta ese día a la oración colectiva en una mezquita, y era asombroso la cantidad de gente que se movilizaba a orar mientras se escuchaba el clásico llamado a la oración por los parlantes de las mezquitas cercanas.

Con amigos en Corlu

Con amigos en Corlu
Como lo había decidido, tomé un tren desde Corlu a Estambul, y en un par de horas ya estaba en la estación de destino. De todas maneras no fue posible evitar el caos en Estambul, y tuve que pedalear entre el tráfico unos 25 Km hasta la casa de mi anfitrión, Emrah.


Recien llegado a Estambul

El transito en Estambul, siempre un caos

Con Emrah, en Estambul
Él también tiene bicicleta y le gusta pedalear, por lo que mi primer día en Estambul fue un excelente guía mientras pedaleamos parte de la ciudad. Incluso me ayudó a reparar un pinchazo, cuando yo como buen novato había salido sin ninguna herramienta, y él estaba preparado con todo lo necesario para emparchar y seguir. Me salvó.

Mesquita de Suleyman, la más grande en Estambul
Mesquita de Suleyman, la más grande en Estambul

Pinchazo en el medio de Estambul

Grande Emrah, me salvaste!
Pero sólo pedaleando un poco, me daba cuenta que en verdad era una ciudad enorme, con muchísima historia, y valía la pena pararse y recorrerla con algo de tiempo. Por lo que pasé un par de semanas en Estambul, intentando conocer tanto como pudiera. La enorme cantidad de mezquitas impresiona, su construcción y arquitectura. También un parque como Yildiz Park, que era usado como espacio de recreación por los Sultanes del Imperio Otomano, con un diseño de sus jardines que da que pensar toda la ostentación y el poder que tenían.

Yildiz Park, Estambul



Mezquita de Haga Sofia en Estambul

El mismo Bósforo es una atracción por sí mismo, el canal que une ambas partes de la ciudad, la ubicada en lado Europeo, y la parte Asiática. Siempre llena de barcos y ferrys transitándolo en todas direcciones, era siempre lindo acercarse a contemplarlo con tiempo viendo tantas embarcaciones, e incontables pescadores a toda hora del día en procura de pescar tanto como pudiesen, y siempre con un té en una mano.

Bosforo de Estambul

Bosforo de Estambul
Entre otras de las atracciones que visité en Estambul, fue el Gran Bazar, un edificio del Siglo XV, con más de 4000 tiendas, donde se puede encontrar de todo, desde comidas, especias, ropas, joyas, alfombras, lo que uno se imagine.

Gran Bazar de Estambul

Té y especias de todos tipo y variedad

Exquisitos Baklava y delicias turcas
Nunca es suficiente el tiempo para recorrer una ciudad como ésta, que fue capital de imperios como el Bizantino, Romano u Otomano. Pero en las dos semanas que pasé, pude conocer bastante, y sin dudas es una ciudad a la que siempre quisiera volver.

Durante esos días también contacté con un tambo a pocos kilómetros de Estambul, con la intención de ir a hacer un voluntariado durante un par de semanas, donde poder aprender un poco sobre esta industria, y darle descanso a la bicicleta. Dejé mi bicicleta en Estambul en casa de un amigo de couchsurfing, y me tomé un colectivo hacia allí. Desde el comienzo me encontré muy bien, haciendo amigos con otros voluntarios y también conociendo al equipo que trabajaba allí establemente.






Todos los días se hacían dos turnos de ordeñe, a las 5:30 o a las 16:00 hs, y tocaba participar en alguno de ellos, también ayudar en la alimentación de los animales, la limpieza general del lugar, entre otras. Fue una experiencia de tres semanas muy completa y donde pude compartir y aprender mucho, un intercambio que valió muchisimo la pena. Aunque los últimos días ya extrañaba estar en movimiento y pedaleando, por lo que apuré mi regreso a Estambul.

Tiempo de ordeñar

Con Yazgi, Omer y Josh, nuevos amigos en el tambo

Con Aysun, la dueña del tambo
El 6 de noviembre por la mañana tomé el micro de vuelta a la ciudad, me reencontré con la bicicleta, terminé de acomodar todo el equipaje, dejando todo listo para recomenzar la ruta al día siguiente. La idea era la de atravesar Turquía pedaleando hacia el Este, unos 2000 Km aproximadamente, y siendo que era noviembre y el frio estaba llegando, ya imaginaba que sería una etapa más dura que de lo normal, pero quería hacer el intento.

La bicicleta esperó así en Estambul




Tailandia,y mi contacto con el Budismo