16 de julio de 2018

Euskalherria en bicicleta



Mi primer dia en Navarra fue corto, ingresé por Garde, bien entrada la tarde, y pasando el pueblo siguiente, Roncal, pude acampar junto a la ruta, a las afueras del pueblo. Desde allí, hasta Pamplona en un día de pedaleo de 127 kilómetros, que fueron demasiados para mi, pero que igualmente los hice. Pero ya aprendiendo y tomando precaución para el futuro, de que esa cantidad de kilómetros son muchos para mi y debería evitar hacer tanta distancia en solo un día.

Primeros metros en Navarra

Pamplona, una ciudad grande a la que me costó entrar, pero que con el tiempo iría entendiendo que eso de entrar en las ciudades con la bicicleta no es tarea fácil. Por fortuna, me recibieron esa noche en su casa Imanol y Ainhoa, una pareja muy amable con quien compartí la cena, y al día siguiente tuve oportunidad de conocer el lugar de trabajo de Imanol, una cooperativa de trabajo llamada Katatrak, que administra una librería y editorial de libros.

Con Imanol, en las instalaciones de Katatrak

Pamplona

Pamplona

El siguiente destino sería Vitoria Gasteiz. Salí por la tarde de Pamplona, sin saber ciertamente donde pasar la noche, pero por suerte dí con un albergue para peregrinos del Camino de Santiago, de Puente la Reina, a unos 35 km de Pamplona. Un albergue muy bien puesto, muy cómodo para pasar la noche, sobre todo cuando costó solo 5 euros. Así que jornada corta, y con toda la motivación de llegar la otro día a Vitoria, donde visitaría a muchos amigos.

Albergue para peregrinos, en Puente la Reina, Navarra
Camino a Vitoria Gasteiz
Camino a Vitoria Gasteiz
Iglesia de Armentia, en Vitoria

Y en Vitoria Gasteiz otros días de los grandes. Fui recibido allí por mis amigos Zuriñe y Natxo, pareja de cicloviarejos que había conocido en Ushuaia hace algo mas de un año, quienes me hicieron sentir muy a gusto en su casa. Compartimos incontables cañas y zuritos (cervezas), conocí también a algunos de sus amigos. De esas amistades que quedan para siempre y que uno sabe que volverá a cruzarse en el futuro.

Junto a Zuriñe, y Natxo, en Vitoria

También un día de mucha felicidad fue poder conocer Mendizorrotza, estadio del Deportivo Alavés, club del que soy hincha hace años, y que gracias a la gestión de Josu (aficionado del Club) y a gente del Club, pudo hacerse realidad. Digo que me sentí lleno sin haber comido, sentí todo el afecto de parte de aficionados del Club, y salí de allí tan contento como si fuera un chico en un parque de atracciones. Me sentí un afortunado al poder recorrer todos los rincones del estadio, un día que no se me olvidará nunca.
También tuve oportunidad de compartir un programa radial con hinchas del Alavés, que muy gentilmente me invitaron a participar, donde me lo pasé muy bien, hablando un poco sobre mí, y mi afición por el Deportivo Alavés.


Junto a los Amigos alavesistas

Sueño cumplido, pisando Mendizorrotza
En la primer conferencia de prensa
Con las pilas ya cargadas, y lleno de amigos que me dejé en Vitoria, marché rumbo a Bilbao, donde alcancé los primeros 1000 Km del viaje. Camino a Bilbao tuve mi bautismo viajando con lluvia, pedaleé algunos kilómetros bajo lluvia, y en cuanto pude me refugié, en un pueblo llamado Orozco. Una hora despues la lluvia paró y pude continuar la ruta.  Bilbao me pareció una ciudad muy agradable para visitar, grandes parques muy verdes, llena de bares y con la ría y el museo Guggenheim como grandes iconos a visitar.

Rumbo a Bilbao

Pedaleando entre caseríos vascos
En Bilbao paré en casa de Alfonso, una persona muy amable que contacté por Couchsurfing, con el que tuve oportunidad de conocer Getxo y Castro Urdiales. Dos ciudades de la costa vasca y cantábrica (respectivamente) que no hubiese conocido yendo en la bicicleta, y donde tuve oportunidad de probar buenos pintxos vascos.

Recorriendo Bilbao

Museo Guggenheim en Bilbao

Con Alfonso, en Getxo

Pintxos en un bar de Getxo
Dejé Bilbao el domingo 1 de julio, y la idea era visitar la costa vasca, que muchos amigos me habían recomendado mucho. La idea era ir rumbo a Bakio, Gaztelugatxe, Bermeo, Gernika, Lekeitio, Ondarroa, Zumaia, Getaria, Zarauz, y finalmente Donostia. En su mayoria pequeños pueblos de gran tradición pesquera, que cuentan con sus puertos llenos de embarcaciones, y también playas donde poder bañarse tranquilamente. Me toma tres días hacer esta ruta, que fue muy satisfactoria, aunque con bastantes subidas y bajadas. Unos lugares increíbles, y la gente allí siempre muy amable.

Puerto de Bermeo

Mercado de productores locales, en Gernika

Conociendo San Juan de Gaztelugatxe
Comenzando a bajar desde Gaztelugatxe a Bermeo

En Murueta, antes de llegar a Gernika, encontré un sitio excelente donde acampar. Era un caserío abandonado, con techo, pero sin paredes, que fue ideal como refugio, todavía más ya que esa noche llovió bastante y estuve a resguardo.

Cocinando la cena, en Murueta, Pais Vasco



La siguiente noche la pasé en un camping en Mutriku, con vistas al Mar, y por ultimo llegué a Donosti el martes 3 de julio por la tarde, luego de pasar por pueblos como Zumaia, Getaria o Zarautz, todos con vistas muy lindas de la playa y muy concurridas por turistas en esta época del año.

Camping en Mutriku, con vista al Mar Cantábrico
Increíbles vistas en Zumaia

Recien llegado a Donosti - San Sebastian
Allí en Donosti me recibió una familia excelente. Iñaki Pagola y Garbiñe Guruceaga, dos viajeros de bicicleta tándem, una pareja súper simpática y amable, que me recibieron como a uno más de su familia. Pude conocer a sus hijas Olatz y Olaia, y también a parte de su familia y amigos. El 4 de julio fue el cumpleaños de Iñaki, por lo que me invitaron a compartir un almuerzo con ellos, donde comí muy bien (cochinillo, especialidad de la casa), y me lo pasé mejor aún.
Pude compartir excelentes momentos con ellos y sus cuadrillas de amigos, todo el tiempo me sentía uno más entre ellos, uno más de “El Antiguo”, su barrio de siempre. Hasta pronto lagunak (amigos)!!! Mila Ezker denoi!

En el cumple de Iñaki, con mi familia adoptiva en Donosti
Dejé Donosti sin ganas de marcharme, pero también con ganas de volver algún día, es una ciudad muy bonita para visitar y para vivir, por lo que espero volver. También por supuesto espero volver a ver pronto a Iñaki, Garbiñe y sus hijas, en Donosti o en la ruta.

Desde Donosti me dirigí hacia Pasaia, donde una pequeña embarcación te cruza por un canal, y de ahi a Jaizkibel, un puerto de montaña duro pero muy lindo para pedalear, sobre todo si el clima acompaña, como afortunadamente me sucedió.

Pasaia, Gipuzkoa
Puerto de Jaizkibel

Puerto de Jaizkibel
El viaje por España y Euskalherria llegó a su fin, con unos 1200 Kilómetros pedaleados, y un montón de amistades que me llevo conmigo. Varias sensaciones encontradas, muchas ganas de volver pronto a Euskadi, la satisfacción de poder notar que me encuentro bien con la bicicleta, y que poco a poco voy pudiendo resolver los problemas de la ruta como lluvias, problemas mecánicos, la alimentación, etc.



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