19 de marzo de 2019

Turquia III



Habiendo pasado ya por la increible región de Capadocia, tocaba seguir esta vez ya en dirección norte, hacia la costa del Mar Negro. De las primeras paradas que hice, fue en Sorgun, donde contacté previamente con Mustafa, un profesor de inglés de una escuela primaria, quien me propuso visitar su escuela y a sus alumnos para compartir mi viaje con ellos y responder sus preguntas.

Siempre en compañia mientras reparaba mi bicicleta

Arreglando un pinchazo, antes de llegar a Sorgun

El día que llegué a Sorgun, 22 de Noviembre, coincidía con mi cumpleaños. No fue de los días más placenteros sobre la bicicleta, ya que temprano en la mañana me tocó lluvia durante un buen rato, y por la tarde un pinchazo. Pero estaba de buen humor, asique no fue tan grave. Por la tarde llegué a casa de Mustafa en Sorgun, y fuimos invitados a cenar a casa de su amigo Bekir. Lo que nunca hubiese imaginado, es que Bekir también cumplía años ese mismo día. Pasamos una noche bárbara, compartiendo con varios de sus amigos. Me voy de a poco dando cuenta que esto es lo lindo de esta clase de viaje, donde la mayoría del tiempo la imprevisión es la que manda, y sólo hay que dejarse sorprender por lo que el destino me tiene preparado. Mi primer cumpleaños muy lejos de mi familia y amigos, pero compartiendo el cumpleaños con Bekir y rodeado de muy buena gente. ¿Qué más pedir?

Compartiendo el cumpleaños con Bekir
Junto a Mustafa, en mi cumpleaños en Sorgun


El día siguiente tocaba ir a visitar la escuela primaria donde Mustafa y Bekir trabajan. Ellos me presentaron con todos los profesores así como con hasta cuatro cursos diferentes, donde les conté brevemente sobre mi viaje, ayudado por un video y fotografías. Fue muy divertido responder a sus preguntas, y compartir nuevamente con alumnos en un país tan distinto como es Turquía, y también comprender cuantas similitudes hay entre sus escuelas y las nuestras en Argentina. Un ejemplo es que absolutamente todos los alumnos estaban muy contentos de recibirme en su aula, probablemente porque yo era el motivo para dejar por un momento sus ejercicios y estudios.

Junto al profe Mustafa y sus alumnos.

Compartiendo experiencias con los alumnos de Sorgun

Exponiendo algunas fotos y videos del viaje
En Turquía siempre me fue muy fácil encontrar gente que me recibiera en su ciudad. Mediante Couchsurfing o Warmshower, sólo bastaba escribir un par de mensajes, y casi siempre la respuesta era positiva y tenía las puertas abiertas y una nueva oportunidad de compartir con una familia local.

La siguiente parada programada era en Tokat, a unos 170 km de distancia. Por lo que solo una parada intermedia, acampando detrás de una estación de servicio al costado de la ruta, fue suficiente para llegar el 25 de noviembre a Tokat.

Camino a Tokat, la ruta se disfruta muchisimo.
Allí me recibió Mahmut, un conocido cirujano de la ciudad, quien para mi fortuna, tiene muchos amigos allí. Uno de ellos, propietario de un hotel, donde me invitaron a quedarme por dos noches. ¡No podía sentirme más satisfecho! También fue muy lindo compartir con Mahmut, y escuchar sus historias trabajando en muchas oportunidades como voluntario en África, alguien muy inspirador.

Feliz en mi habitación de Hotel en Tokat.

Compartiendo una comida con mi anfitrión Mahmut.
En Tokat, compartiendo con Mahmut y amigos.
Tokat es muy famosa por sus históricos HAMAM (Baño Turco). Mahmut me invitó a compartir unas horas en uno de ellos. Y la verdad que es toda una experiencia alucinante y bien auténtica, una especie de gran sauna, mucha agua caliente, y masajes.

Famoso Hamam (Baño Turco),en Tokat.
Escena clásica en las mezquitas, el lavado antes de la oración. Tokat.
También en el hotel tenía el desayuno incluido. Y el desayuno en Turquía es una comida muy especial y variada. Desde tomates, pepinos, aceitunas, huevos, quesos, miel, varias mermeladas, y mucho té. Lógicamente salí de Tokat con la panza llena, y super relajado luego del Baño Turco.

Otros 170 Km me separaban de Unye, mi primer destino en la costa del mar negro, donde llegué tras dos días de pedaleo desde Tokat, descendiendo unos 1500 mts en tan solo 50 Km. Pura bajada entre una ruta preciosa, pero que la lluvia y el agua en la ruta no me permitió disfrutar como hubiese deseado.

Recien llegado a Unye.

Listo para acampar en Unye.
En fin, que encontré un camping en Unye donde descansar. Estaba contento ya que lo que me esperaba serían unos 430 Km totalmente planos hasta el borde con Georgia. Aunque los días lluviosos y fríos ya habían llegado, y eso complicaba un poco mis planes. Siempre continué intentando contactar gente en las ciudades que pudiese recibirme (Vía Couchsurfing o Warmshower, dos aplicaciones para viajeros que permiten encontrar acomodación e intercambiar experiencias con gente local), y evitar así acampar, ya que ni mi equipo de camping, mi ropa ni yo estamos preparados para el frio.

Acampando en Unye, en la costa del Mar Negro.
Suerte es que en Turquía fue muy fácil encontrar gente que me recibiera en su casa, y me brindara todo lo que necesitaba con una generosidad tremenda. También la ayuda estuvo varias veces presente en estaciones de servicio, donde fui varias veces invitado a almorzar, cenar, o a dormir en habitaciones destinadas a la oración (muy usuales en casi todas las estaciones de servicio).

Habitación para la oración, mi lugar para dormir una noche.

Playeros de estaciones de servicio como Suleyman, un maestro.
El siguiente día pedalee unos 90 km hasta Ordu, en otro día de lluvia. Pasado por agua llegué al Restaurante de Erim, en el centro de la ciudad. Lo primero que hice fue cambiarme de ropa, secarme cuanto antes y comer algo junto a Erim. Él también contactó con su amigo Ozgur, para poder alojarme en su casa, y además lavar y secar toda mi ropa. La mañana siguiente salí de Ordu con las pilas recargadas, contento de conocer buena gente que me ayudó muchísimo, habiendo comido muy bien y mi ropa limpia y seca. Además ya no llovía más, ideal para pedalear. Mi panorama mejoraba muchisimo en menos de 24 horas.
Con Erim, en su restaurante en Ordu.

Un banquete en Ordu.
A los 50 Km, y siendo aún temprano, paré en Giresun. Sabía que el padre de Yazgi (a quién conocí en el tambo cerca de Estambul) tenía un negocio de comida allí, por lo que pasé por un momento con intencion de conocer y saludar.
Estacionado frente al negocio de Mustafa Patar, Giresun.
Lo que pasó luego ya no me sorprende. Mustafa me ofreció quedarme en su ciudad esa noche, invitandomé a hospedarme en un hotel céntrico de los más lujosos donde he estado nunca, y además propuso a uno de sus empleados, Ustun, llevarme a cenar. Me sentía el tipo más afortunado del mundo.
Mi humilde habitación en Giresun.

Junto a Ustun y Mustafa, frente a su negocio.
Con el equipo de trabajo de Mustafa.
Al día siguiente llovió todo el día, y Mustafa no dudó en insistir en que me quede en el hotel una noche más, hasta que la lluvia cesara. Y por si fuera poco, indicó a otro de sus empleados a llevarme con su vehiculo hacia Kumbet, un pequeño pueblo en la montaña, donde ya no llovía, sino que estaba nevando allí arriba. Antes de mi viaje, había recibido muchos comentarios acerca de la gran hospitalidad del pueblo turco, pero no esperaba que fuese tanto. No tengo palabras para agradecer tantas muestras de cariño y apoyo en mi viaje.
Entre la nieve, contento de no estar con mi bici aquí.

Compartiendo un exquisito almuerzo, en Kumbet.

Rebaño de ovejas en la ruta, en Kumbet.
Los últimos 270 Km en Turquía fueron rápidos, siguiendo a lo largo de la costa, en una ruta plana, y bastante segura, con una muy generosa banquina donde podía ir muy tranquilo. Con el frío de esos días, decidí no acampar más, y siempre encontré gente que pudiera recibirme en su casa, como fue el caso de Nurullah en Vakfikebir, Nuri en Trabzon, o Mustafa en Rize. Vuelvo con ellos a confirmar que en ésta clase de viaje y es éste país siempre se encuentra a alguien que te de una mano y haga el viaje mucho más facil.

Con Nurullah, un grande que me recibió en Vakfikebir.

Junto a Nuri, en el centro de Trabzon.


Nuri, me recibió como a un hijo en su casa en Trabzon.

Camino a Rize, las mezquitas incluso al costado de la ruta.

Junto a Mustafa, en su bar en Rize.
La última parada fue especial. Antes de llegar a Arhavi, (un pueblo muy cercano a la frontera con Georgia), me recibió Murat. Él tiene una pequeña casa de madera a la orilla del mar, con lo básico para subsistir allí. El día que llegué a su casa había llovido y estaba muy frio, claro. Asique llegar y refugiarme al calor de su cocina de leña fue como una bendición, una satisfacción enorme.
Cocinando Hamsi, pescado clásico del Mar Negro, en casa de Murat.

La vista del Mar Negro, desde casa de Murat.
Murat no tuvo drama en que me quedara en su casa unos días más, ya que no paraba de llover. Llovió durante tres días seguidos, y no quedaba otra que esperar. Al menos el lugar estaba bueno para descansar, aunque al tercer día ya la ansiedad de volver a pedalear era muy grande.

Ultima mañana en Turquia, despidiendome de Murat.
Finalmente el domingo 9 de diciembre salió el sol, tocó despedirse de Murat, y pedalear los 40 Km que me separaban de la frontera con Georgia. También despedirme de Turquía, un país donde disfruté muchísimo de todo lo que tiene para ofrecer. La gran hospitalidad de su gente, su exquisita comida, la particular experiencia de convivir en un país musulmán, sus paisajes increíbles, sus rutas totalmente seguras.

En fin, Turquía fue una experiencia fabulosa, y espero volver en otro viaje a seguir explorando este país y conociendo más a su gente.

Video con imágenes del viaje desde el comienzo hasta Turquia:




Tailandia,y mi contacto con el Budismo