3 de octubre de 2018

Serbia



Con muy buen clima, hice los primeros kilómetros en Serbia, entre montañas, afortunadamente sin grandes subidas. Anteriormente, al cruzar una frontera, me pasaba de sentirme un poco perdido, al menos durante las primeras horas del viaje por el nuevo país. Pero esta vez ya no me sucedió. Creo que comienzo a acostumbrarme a no entender lo que dice la gente, ni los carteles en la ruta, y eso me hace sentir con más confianza para lo que viene. Sabiendo que seguirá siendo así, sólo tengo que habituarme.

La primera parada fue para almorzar en un área de descanso al costado de la ruta, donde tenía agua, y sombra, para almorzar tranquilamente y luego seguir la ruta rumbo a Uzice, el primer destino en Serbia. Allí paré en un hostel, y pude conocer y compartir una excelente cena que prepararon un grupo de chinos que también se hospedaban allí. Exquisita comida y buenas charlas con gente todas partes, como Serbia, China, Rusia, o U.S.A.
Cena en Hostel de Uzice
Desde allí hacia Kraljevo, con un día largo de pedaleo, fueron unos 120 Km hasta esa ciudad, donde paré por un par de días a descansar, y también hacer amigos. Kaljevo es una ciudad tranquila, con un centro comercial con bastante movimiento.
Llegada a Kraljevo

Allí pude conocer y compartir muy buenos momentos junto a Bojana, Vojkan, Natalija y sus amigos. Caminando a las afueras de Kraljevo, tuve la suerte de ver cómo un par de campesinos destilaban Rakia, que es la bebida alcohólica más tradicional en Serbia, y por supuesto me dieron a probar un poco.
Proceso de producción de Rakia

Junto a amigos de Kraljevo, Vojkan, Nikola, Bojana y Natalija
Siempre me sentí tan a gusto entre ellos que no tenía ganas de irme. Tanto que un amigo de ellos me alcanzó un mate, bombilla, y algo de yerba, como regalo. No podía creerlo. La mañana que salí de Kraljevo desayuné con unos mates, y salí a pedalear con una sonrisa y una felicidad enorme.
No salí de Kraljevo sin antes sacarme una foto en frente a las oficinas de una empresa de ómnibus, curiosamente llamada “maxibus”.
Desayuno con mates en Kraljevo


Los siguientes días de pedaleo seguí avanzando a buen ritmo. Esta parte sur de Serbia es bastante más plana, y se hacía más sencillo pedalear por allí. Un paso por Krusevac, ahí me recibió Zile, donde pude conocer a sus amigos, compartir unas cervezas y buenas charlas. La mañana siguiente temprano en la ruta, una larga distancia para llegar a Leskovac, mi próximo destino.

Un día normal de pedaleo, aunque por la tarde me detengo en un pueblo a comprar comida en un almacén familiar, en Žitorađa precisamente. Allí la familia Mladenovic, dueña del almacén, me invitó a tomar un café, y charlamos por un buen tiempo. Hasta me invitaron a cenar y quedarme allí, pero lamentablemente debía seguir hacia Leskovac y no pude parar mucho tiempo más. Pero su gesto desinteresado, y su interés por mi viaje me hizo sentir bien, y poco a poco fui notando que en general la gente aquí es muy hospitalaria y siempre estaba dispuesta a abrirme sus puertas.
En Žitorađa, junto a la familia Mladenovic
También sucedió así en Leskovac, donde me recibió Ivan. Él es profesor de educación física, y hacía solo unas semanas había regresado de su primer viaje en bicicleta por Europa, por lo que pudimos intercambiar interesantes opiniones sobre nuestras experiencias en la ruta. Tanto él como sus padres me brindaron todo lo necesario para poder alimentarme y descansar placenteramente, antes de partir rumbo a Vranje, mi última parada en Serbia.
En Leskovac, con la madre de Ivan, una genia

Junto a Ivan, antes de comenzar la pedaleada
Camino a Vranje, fue curioso poder pedalear unos cuantos kilómetros por una autopista en construcción, sin tráfico, sólo para mí, donde los operarios me permitieron circular, y fue muy bueno, para poder evitar todo el tráfico que circulaba por una ruta secundaria muy estrecha.
Camino a Vranje, toda una autopista sólo para mi
Ya en Vranje me detuve a descansar unos días, y conocí a Ivica, su familia y amigos. Es una ciudad pequeña del sur de Serbia, con un ritmo de vida tranquilo, y donde tuve el gusto de compartir unas horas de trabajo voluntario en lo que fuera un parque muy tradicional de la ciudad. Ivica y sus amigos habían decidido trabajar por su cuenta para volver a poner en valor aquel lugar, que se encontraba en pésimas condiciones, muchas botellas, vidrios, yuyos, etc.
Entrando a Vranje





Me llamó gratamente la atención ver cómo estos chicos estaban allí trabajando desinteresadamente sin más motivo que reconstruir un lugar en su ciudad, y devolver la posibilidad a los vecinos de disfrutar un espacio de recreación, con unas vistas preciosas de Vranje.

Los últimos kilómetros en Serbia, los hice pedaleando por rutas secundarias, rumbo al sur, acercandomé a la frontera con Macedonia. Tan secundaria era la ruta, que exactamente en el borde entre ambos países, sólo había un cartel que me daba la bienvenida a Macedonia, pero nada más. Para mi suerte, era temprano y tenía tiempo para deshacer unos 15 km y retomar por una autopista que esa vez sí, me situó frente a los oficiales de la aduana, y unos metros más adelante me encontraba pedaleando por un nuevo país, totalmente desconocido para mí. Macedonia.
Primera entrada fallida a Macedonia


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