La entrada a Italia fue llamativa
desde el comienzo. No tomó mucho tiempo darse cuenta que acá todo es mucho más
similar a Argentina, la forma cómo la gente se trata, o también como conducen.
El 27 de Julio ingresé a Italia, luego de pasar por Montecarlo en Monaco, y
toda la zona de la costa de Liguria me gustó mucho. Bastante movimiento en las
calles, muchos turistas en las playas de ciudades como Ventimiglia, San Remo o
Imperia.
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Costa de Liguria |
Los primeros días me permití
pasar la noche en un par de campings, en Imperia y en Celle Ligure, ya que allí
por la costa era más complicado encontrar lugar para acampar. Desde Celle
Ligure solo me restaban unos pocos Km a Genova, donde pude tomar una ciclovia
desde Varazze hasta Arenzano, un camino totalmente
plano que va junto a la costa, y evita totalmente el tráfico.
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Ciclovia de Varazze a Arenzano |
GENOVA.
Pude pasar un par de días
en Genova, conociendo esta histórica ciudad, aunque es un poco caótica para
recorrerla en bicicleta. Aunque lo mejor y más recomendable era atar la
bicicleta y salir a caminar por las calles de su centro antiguo, llenas de
restaurantes, pizzerías y bares. Y también visitar con tiempo sus catedrales, y
su puerto antiguo, donde además por sorpresa encontré un barco argentino (el
Ice Lady Patagonia), donde pasé a saludar a parte de su tripulación y me
hicieron conocer el interior de la embarcación.
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Genova |
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Puerto de Genova |
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Ice Lady Patagonia |
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Ice Lady Patagonia, en Genova |
A la salida de Genova seguí
pedaleando por la costa, hasta llegar a Camogli y desde allí a Portofino, por
una ruta también estupenda, con la pared de piedra a un lado, y el mar al otro,
un lujo pedalear por ahí. Asique Portofino, otro lugar increíble por donde no
tenía pensado pasar, pero que por suerte pude conocer.
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Portofino |
Siguiendo la ruta hacia el Sur,
pero dejando la costa, conocí a Francesco, con quien coincidimos para hacer
unos kilómetros juntos, y acompañarnos en la subida del Passo del Bracco. Fue
excelente poder pedalear junto a él, y compartir unos buenos momentos de
charlas en la ruta.
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Junto a Francesco, en el Passo del Bracco |
Ese mismo día llegué a Valdipino,
un pequeño pueblo de Liguria, cercano a la ciudad de La Spezia. Fui recibido
allí por Raul, quien vive allí desde hace años, y pude sentir por un par de
días como es la vida en un pueblo como éste, con no más de 500 habitantes. Aproveché
mi estadía en Valdipino para descansar, y además para dejar mis cosas ahí e ir
solamente con mi bicicleta hasta Monterosso del Mare, uno de los pueblos de
Cinque Terre, que estaba a unos 30 Km de distancia.
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Con Raul, en Valdipino |
CINQUE TERRE.
Fue un verdadero placer poder recorrer
estos cinco pueblos de la costa de Liguria. El famoso parque de Cinque Terre lo
componen cinco pueblos (Riomaggionne, Manarola, Corniglia, Vernazza y
Monterosso al Mare), y es muy fácil y accesible poder recorrerlos en uno o dos
días en un tren que los une a todos, a pesar que la distancia entre ellos no es
muy extensa.
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En Vernazza, Cinque Terre |
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Manarola, Cinque Terre |
Desde Valdipino partí el sábado 4
de agosto, con rumbo a Pisa. La ruta desde aquí ya es bastante más plana, por
lo que avancé bastante. En el camino pasé por Massa, y haciendo un descanso al
mediodía, frente a una casa, su dueña, Sonja, me regala amablemente una birra y
pollo frito, que estaba cocinando para su almuerzo. ¡Gracias Sonja!
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Con Sonja, listo para almorzar |
Ya por la
tarde llegué a Pisa, con tiempo para ver la famosa Torre inclinada, y la
Catedral de Pisa, que integran la Plaza del Duomo. Lo primero fue sacarme un
par de fotos con la torre detrás, y luego a descansar, mientras veo a todos los
turistas hacerse fotos con las manos en el aire “sosteniendo la torre”, y los
camarógrafos intentando dar con el plano justo de sus fotos.
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En Pisa, Italia |
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Plaza del Duomo, Pisa |
Los siguientes días los hice
tranquilo pedaleando por entre pueblos de la Toscana, pasando por San Miniato –
donde conocí a Massimo, con quien compartí un buen momento de charla frente a
la Iglesia del pueblo -, San Gimignano, Pienza o Montepulciano. En su mayoría
pueblos medievales, por donde siempre me gusta pararme y observar la
arquitectura de sus construcciones.
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Pedaleando por la Toscana |
Durante esos días fue muy simple encontrar
un lugar tranquilo donde armar campamento, por lo general a la salida de algún
pueblo suelo encontrar campos donde pidiendo permiso, sus dueños acceden a mi
pedido sin problemas, o bien campos donde ya no habita nadie, y se puede estar
allí muy a gusto.
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Acampada a las afueras de San Gimignano |
Desde Montepulciano, luego de
visitar el Templo de San Biagio, salí en dirección al Lago Trasimeno, el tercer
lago más grande de Italia. Allí descansé a orillas del lago, en Castiglione del
Lago, y poco después encontré refugio en una casa abandonada, a orillas de la
ruta.
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Templo de San Biagio, en Montepulciano |
Los últimos días en Italia tuve
oportunidad de visitar ciudades como Perugia, o Assisi, donde se encuentra la
famosa catedral de San Francisco de Asis. Cerca de Peugia pude parar a descansar en casa de Tara, quien amablemente me recibió en su casa en Deruta.
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Con Tara y su amiga Gianina, en Deruta |
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Assisi |
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Assisi |
Tambien pasé por pueblos como Gualdo Tadino, donde pedaleé unos kilometros junto a Marcello, con quien tomamos un café antes de despedirnos. O bien Scheggia, donde tomé la ruta SS360, que era todo entre montañas, y en bajada ya que terminaba en la costa del Mar Adriatico, en Senigallia precisamente.
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Un café con Marcello, en Gualdo, antes de seguir la ruta |
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Ruta desde Scheggia a Senigallia |
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Ruta de Scheggia a Senigallia |
Desde Senigallia, solo restaban unos pocos kilometros por lo llano, junto al mar, hasta llegar a Ancona, con tiempo para comprar el boleto y tomar el Ferry hacia Split, Croacia.
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En Senigallia, el 15 de Agosto |
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Terminal de Ferrys, en Ancona |
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Todo listo para subir al Ferry |
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