El jueves 13 de septiembre ingresé a Grecia. Temprano,
cercano al mediodía. Sólo me quedaban unos 20 Km hasta mi primer destino,
Policastro. Allí me recibió Tasos, un ciclista local que me cedió gentilmente un departamento suyo para descansar durante mis días allí. Pudimos compartir muchos buenos momentos de charlas y comidas. Tambien le gustaba mucho el futbol como a mí, asique pudimos ver juntos por TV un triunfo de su equipo, el PAOK.
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Entrada a Grecia |
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Junto a Tasos, despues de la victoria del PAOK |
No podía faltar en Policastro, el mercado semanal, donde
muchos productores de la ciudad y la zona se acercan a vender su producción. Es
siempre interesante y llamativo acercarse a ver esta clase de mercados, donde
se pueden encontrar algunos productos desconocidos, o bien puede que te regalen
cosas, como fue mi caso, cuando después de intentar comprar 3 cebollas y 2
tomates, el vendedor me hizo señas de que tomara la bolsa y que siguiera
camino, que era un regalo. Será que compré poca cosa, pero en fin su gesto fue
muy bueno.
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Mercado en Policastro |
Pasé 3 noches en Policastro, y estaba muy a gusto, no quería
irme más. Finalmente salí la mañana del domingo 16, luego de despedirme del
amigo Tasos, rumbo a un lago cercano, hacia el noreste, el Lago Kerkini. La
mitad del viaje fue con muchísimo viento de costado y en contra, pero por la
tarde calmó y fueron unas horas de pedaleo fabulosas. Más aun cuando fui acercándome
al lago, y las vistas eran estupendas. Por toda la margen del lago, había pastores
con sus rebaños de ovejas, también vacas, y cabras.
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Lago Kerkini |
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Lago Kerkini |
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Lago Kerkini |
Esa noche acampé cerca del
lago, a reparo de unas plantas, que al día siguiente descubrí que era nogales,
y por lo tanto esa mañana desayuné unas cuantas nueces.
Ese día comienzo a dirigirme hacia el este, hacia Serres. La
ruta era tranquila, y estaba algo aburrido, nada había pasado en todo el dia.
Al mediodía paro en un almacén a comprar comida, y hablamos un buen rato de mi
viaje con su dueño Thanasis, y su padre. Cuando terminé de elegir la comida que
necesitaba, Thanasis cierra la bolsa, y me dice que esta vez va por su cuenta.
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En el almacen de Thanasis |
No dejan de sorprenderme estos gestos en la gente, ya que más allá de la ayuda
que supone esa donación, es también un empuje anímico importante. Más aún
cuando por la tarde, ya pasando Serres, paro en una Shell, a descansar e intentar
conseguir Wifi. Enseguida se me acercó un hombre a preguntarme algo
amablemente, pero no le entendía. Yo aún tenía en las alforjas 2 cruasánes que
me había dado Thasis, por lo que le ofrecí uno a él.
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Compartiendo comida y una cerveza |
Mientas comíamos juntos,
le ordenó al dueño de la estación, a que me trajera una cerveza. Luego hablamos
un buen rato con el dueño (esta vez en inglés), y éste me ofreció de regalo una
lata de gaseosa. Más allá de todos estos regalos que fueron y vinieron, salí de
ahí más convencido aún si cabe, de que la regla del “Dar para Recibir” se
aplica siempre, absolutamente. Aunque está vez extrañamente de manera muy
explícita y directa.
Al día siguiente, comienzo la mañana teniendo que reparar un
pinchazo, y fue novedoso ya que venía en buena racha y hacía varias semanas que
no pinchaba. Una vez reparado, me dirigí hacia un lugar que me habían
recomendado mucho, las Cuevas de Alistrati. Son una de las cuevas más grandes e
importantes en Europa, y solo debía desviarme de mi ruta unos 5 km para verlas.
En el folleto que entregaban junto con la entrada, las definía como “Un lugar
fuera de éste mundo”. Y estaba acertado. ¡Qué lugar! Imponente, unas figuras y
unos colores que cuesta dimensionar el tiempo que tardaron en formarse, y que
siguen aún en formación.
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La bici esperó fuera de las cuevas |
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Cuevas de Alistrati |
El siguiente dia, junto campamento temprano en el campo
donde pasé la noche, y me dirijo hacia Xanthi. Unos kilómetros antes de llegar
a la ciudad, coincido en un descanso con tres parejas que pasaban su tarde
tomando café, comiendo y charlando de sus cosas. Amablemente me invitan un
café, se muestran muy interesados por mi viaje, y antes de despedirnos, me
obsequian una bolsa con varios víveres para mi cena (aceitunas, pan,
chocolates, y uvas). Esa noche, acampé a las afueras de la ciudad, y la cena
fue una fiesta, tenía de todo, para elegir.
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Junto a Ñecati y sus amigos, en la ruta |
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Cena en el lugar de acampe, cerca de Xanthi |
Me dirijo hacia Alejandropolis. Aunque la distancia es
larga, y decido tomarme dos días más para llegar. Sigo pedaleando rumbo este,
ya más cercano a la costa del Mar Mármara. Por la tarde, y sin ningún plan para
ese día, veo en el mapa que hay un lago cerca, y podría ser un buen lugar para
acampar.
Ya llegando al lago, vi una cabaña en la altura que parecía
abandonada, y subí a corroborar. No era una cabaña, sino un observatorio de
aves, con unas vistas privilegiadas de cara al Lago Ismarida. No podía estar
más contento. Tenía sólo para mí una casa de madera con unas vistas increíbles,
y no necesitaba armar la carpa por esa noche. También bastante comida en mis
alforjas, agua suficiente. No necesité más para pasar una de las mejores noches
acampando.
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Increible lugar para descansar |
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Las vistas del Lago, desde el Mirador. |
Al llegar a Alejandropolis la tarde siguiente, me encontré
allí con Mariana, quien me recibió en su casa durante un par de días. Durante
mis días allí pude descansar muy bien, pero por sobre todo, hacer buenas
amistades. Compartimos buenos momentos junto a Mariana y su amiga Rania. Hasta
tomé una clase de salsa junto a Rania en una academia, donde además enseñan a
bailar tango. Pasé muy buenos días en Alejandropolis, y dejé dos buenas amigas,
que espero volver a ver pronto.
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Alejandropolis |
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Con Rania, luego de bailar un poco |
Desde ahí hasta el límite con Turquía avancé muy rápido, y
pasado el mediodía ya me encontraba frente a los agentes de la frontera, con mi
pasaporte listo, y con ganas muchas de pisar suelo turco.
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Direccion a Turquia |
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